por Julio Torres
Bueno, me han dicho que haga una crónica y voy a intentar hacerla lo
mejor posible.
Lo primero, decir lo orgulloso y lo cómodo que me siento en este Club
a pesar de ser mi primer año. Me siento como si llevara más tiempo, por el
apoyo recibido y con el cariño que nos han tratado en general a todos los
novatos (hablando entre nosotros lo hemos comentado más de una vez),
sintiéndonos como si fuéramos uno más de esta gran familia y cuando teníamos
alguna duda ahí estaba ese veterano con su experiencia para resolvértela.
Bueno, cambiando de tema, vamos al grano: el duatlón de Picassent.
Ahí estábamos diez “correcas”(
Domingo, Germán, Luis, José Manuel García, Coque, Eduardo, Quique, Vicente, José
Manuel Aranda y un servidor Julio) defendiendo los colores y el avestruz que
nos identifican.
Empezamos con un buen calentamiento en grupo y los comentarios del
trazado a pie y del circuito en bici de quien ya lo había hecho algún año.
Nos acercamos a la salida e íbamos cogiendo hueco en los primeros
sitios. Miro a mi lado y ahí están pegados a mí Luis y Domingo. ¡Ya me empieza
a subir la adrenalina!. Me doy cuenta de que llevo puesto los colores de un
gran club por el que tengo que dar el 101%.
Suena el bocinazo y salimos todos como si viniera un tsunami detrás de
nosotros y en esa cuesta hacia abajo ya se pone el motor a tope. ¡joder como corre la gente!, esta
juventud viene pisando fuerte. Se acercan los primeros 1.000 mts y la gente ya
tiene su sitio cogido. Veo que miran su muñeca para controlar sus pulsaciones y
la velocidad y yo también lo miro, y me doy cuenta que llevo un Swatch que me
regaló mi suegra y lo único que marca es la hora y por encima va adelantado; pero
como yo entreno por sensaciones sé que voy a todo lo que dan mis piernas. No se
que pasará cuando coja la bici pero voy pegado a un grupo que parece bueno y mi
obsesión es salir con ellos en bici.
Llego a la transición y ¡objetivo
cumplido!. Salgo con ellos y mi meta es que no se me escapen por nada del
mundo. ¡Coño! Empiezan tan fuerte, que hasta pasado un kilometro y medio no soy
capaz de ponerme las zapatillas. De repente, el grupo empieza a aflojar un poco
(¡ bien! Esto parece que va a ser cómodo) y se agranda un poquito más con gente
que viene por detrás y de repente……¡”ZAS”!...parece que les han puesto una
guindilla en el culo. Salen como spútniks y maricón el último….y así hasta el
final, pegando tirones en todas las cuestas y curvas (sólo tuve tiempo de pegar
3 tragos de agua) pero yo ahí con dos cojones y dándolo todo.
Llego a la transición y comienza la carrera. Las piernas no son las
mías. ¡Me las han cambiado y no me he dado cuenta! Pero veo a uno que parece
más veterano que yo que sale a la par e intento irme con él pero de momento las
piernas no me obedecen. Pasado 500 mts, ya empiezan a ir mejor. Lo tengo a la
vista pero no me arriesgo a subir el ritmo por lo que pueda pasar. Aguanto este
ritmo hasta el final y sin ninguno que me pueda atacar por detrás entro por la
meta. Ahí están los compañeros del Club y mi mujer y mi hija animándome. Sensación increíble. Me quedo por la
zona para animar a los demás.
¡Que cojones tenemos todos! Hemos llegado que es de lo que se trata.
Nos juntamos todos para escuchar las anécdotas de cada uno y todos
contentos con el resultado.
Después de recoger las máquinas aparece Domingo y me comenta que ha
quedado él el primero en su categoría y yo el tercero en la mía. ¡Yo en ese
momento alucino! Se me pone una sonrisa que ya no me la puedo quitar en todo el
día.
La conclusión que saco es que esto no hubiera sido posible si no fuera
por el gran entrenador que tenemos y todo el apoyo del grupo en los diferentes
segmentos, que nos hacen progresar los unos apoyándonos en los otros.
Un fuerte abrazo a todo el Club,
Julio Torres.
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