por Iñaki Rodríguez
Me levanto pronto por la mañana y como un
zombi voy a la cocina a echar algo al cuerpo. El gato me mira con cara
divertida y piensa: Qué tonto este madrugando tanto, con lo bien que se está
sin hacer nada.
Aparco en la estación de tren de Estivella
rodeado de Correcas con su equipación naranja bien reluciente, cualquiera que
nos vea a estas horas pensara como poco que estamos un poco chalados, pero a
nosotros nos gusta, es parte de los valores del triatlón y además tenemos una
buena causa: Se celebra la famosísima “Marcha del Cocodrilo”, uno de los
eventos triatléticos marcados en rojo en el calendario de cualquier miembro de
nuestra sección!
Posamos guapos para las fotos de rigor y
comenzamos la marcha, neutralizada eso sí, contándonos las últimas batallitas
del final de verano, y es que a todo Correca le gusta explayarse en su
múltiples aventuras deportivo-familiares.
Vamos poco a poco recorriendo en continuo sube
y baja la carretera en dirección a Segorbe cuando noto un bajón en la rueda
delantera. Me paro y compruebo como he pinchado! Esto no puede ser, siempre
dando la nota!! Menos mal que el servicio mecánico del Correcaminos enseguida
se hace cargo de la situación y en un periquete cual equipo de Fórmula 1 repara
la avería y nos lanza a la caza del grupo principall, así da gusto pinchar je
je!
El primer puerto de montaña se acerca y eso se
nota en el ambiente. Los Correcas en cabeza comienzan a acelerar y a más de uno
se le ve afanado en buscarse una buena posición para comenzar la subida en
busca de la gloria que supone ganar en la ascensión a ese compañero que siempre
acaba unos segundos delante de ti en las competiciones.
El paisaje es espectacular y el puerto
disfrutón, la escasa circulación transmite seguridad y los numerosos Correcas dan un punto extra de motivación a la hora de
mover las piernas.
Llegamos a la cima y unos cuantos nos animan
en el sprint final, le robo la cartera a mi compañero de ascensión en los
últimos metros, creo me he ganado el bocata en el Bar Paquita.
Después de reagruparnos nos lanzamos monte
abajo en busca de recuperar las fuerzas perdidas. En apenas un momento llegamos
a lo que bien se anuncia como “El Paraíso del Ciclista” y es que pocos bares
quedan ya como este. Damos todos buena cuenta del almuerzo, aunque algunos
disfrutan más de lo recomendable de las bebidas espirituosas servidas en este
estupendo bar, seguro que lo pagarán en la siguiente ascensión.
Continuamos
la marcha esta vez de manera más pausada, pesa reciente bocata aunque más de
uno aprieta subiendo como si nada, será que son auténticos Correcaminos!
Ya por fin enfilamos la vuelta a casa, otra
foto de rigor y marcha neutralizada conversando con amigos y compañeros.
Acabamos el día con susto, Vicente Carles se
ha caído. Después de comprobar que todo es ok reanudamos la marcha camino a
Estivella en busca de un lugar donde se pueda curar.
Vuelta al coche, la bici al maletero y a
despedirse de los compañeros. Arranco el coche, miro el retrovisor y me veo
sonriendo… será que hoy ha sido un gran día!
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